EL INSOMNIO INFANTIL POR HÁBITOS INCORRECTOS
El insomnio es el
trastorno de sueño infantil más frecuente y puede afectar desde lactantes de 6 meses a niños de 5 años.
El fenómeno clínico que
caracteriza a este tipo de insomnio es la dificultad para que el niño inicie el
sueño solo y los frecuentes despertares durante
la noche. Suelen interrumpir su sueño de 5 a 15 veces y les es imposible volver
a conciliarlo de forma espontánea y sin ayuda. Al observarlos durante sus
períodos de sueño, se tiene la sensación de que están "vigilando"
continuamente y los padres suelen probar todos los métodos existentes para
lograr dormirlos con escaso éxito.
A medida que el niño va
creciendo y adquiriendo vocabulario se van complicando los momentos de iniciar
el sueño ya que es el niño el que dicta las "normas" que deben seguir
los padres para hacerlo dormir. El niño pide que le canten, quiere agua, dormir
con los padres, dormir frente la TV, etc. Nada de ello favorecerá las correctas
rutinas de los hábitos del sueño y ni mucho menos solucionará el problema.
La causa que origina este problema es la
deficiente adquisición del hábito del sueño, es decir, existe una distorsión y
desestructuración por asociaciones inadecuadas que el niño hace con su sueño,
normalmente debidos a los múltiples cambios que realizan los padres para
intentar que el niño se duerma.
Los fármacos inductores del sueño tienen escaso efecto
beneficioso en esta patología. Los pediatras recurren a ellos normalmente por
presión de los padres. La mayoría de los niños no notan ninguna mejoría cuando
se utilizan para conciliar el sueño. Algunos presentan un ligero sopor que
ayuda a "atontarlos" ligeramente pero no curan la alteración.
Los niños que padecen este
insomnio son niños totalmente normales desde el punto de vista físico y psíquico(De la mente o relacionado con ella). Normalmente el problema no existe porque el
niño esté mimado, ni porque tenga un déficit psicológico, sino que se produce
por una deficiente adquisición del hábito del sueño.
CÓMO ENSEÑAR A DORMIR BIEN. EL
DORMIR BIEN ES UN HÁBITO
Durante el primer año de
vida, el niño aprende varios hábitos. El de comer y el de dormir correctamente
son dos de los más importantes. Existen dos claras funciones fisiológicas que el niño debe realizar: comer y
dormir, pero comer bien es un hábito, y dormir bien también es un hábito. Los
niños aprenden a comer correctamente según las normas sociales que les rodean.
Los occidentales lo hacen sentados en sillas, apoyando
el plato en la mesa y utilizando unos utensilios que denominamos tenedor y
cuchara. En Oriente se come sentado en el suelo,
con un bol en la mano y utilizando palillos. Ambas conductas están bien y se
consideran ambas hábitos correctos.
Con el sueño sucede lo
mismo. Los niños pueden aprender a dormir solos, acompañados por los padres, en
el sofá, en su cama, en la de los padres, etc., pero "las normas" que
acompañan al acto de dormir deben ser dictadas por los padres y coherentes con
las normas sociales imperantes. Por lo tanto, en nuestro ambiente, un niño a
partir de los 6-7 meses debe iniciar el sueño solo, sin llanto, y debe tener
una duración de al menos 11-12 horas seguidas, sin despertares que interrumpan
el mismo. Puede utilizar un muñeco de peluche como "amigo
acompañante" (objeto transicional), debe dormir en su cuna y con la luz
apagada.
CÓMO ADQUIRIMOS UN HÁBITO
Ayudamos al niño a
configurar un hábito porque realizamos una función asociada a unos elementos
externos. Por ejemplo, el comer lo asociamos a una serie de elementos como son
el babero, la silla, un plato, una cuchara, un tenedor, y repetimos esta
asociación de "elementos externos" hasta que el niño aprende a
realizarla correctamente. Con el sueño se produce un mecanismo parecido. El
niño debe aprender a iniciar el sueño solo, asociando el acto de dormir con
unos "elementos externos" como son su cama, el osito de peluche, su
chupete y los demás elementos ornamentales de su habitación. La actitud de los
padres es fundamental porque son los que comunican seguridad al niño.
Los padres, cuando un niño
es sentado por primera vez en la mesa, no esperan que el niño sepa utilizar
correctamente los utensilios, cuchara, tenedor, etc., y siempre piensa que el
niño debe "aprender" a comer correctamente. No se angustian y al día
siguiente vuelven a intentarlo de la misma forma. Esta actitud de seguridad va
dando confianza al niño que, después de repetir la misma acción múltiples
veces, acaba realizándola correctamente. Normalmente con el sueño suele ser de
la misma manera. Los padres deben saber que los niños deben
"aprender" a dormir solos y no deben comunicarles inseguridad.
CÓMO REEDUCAR EL HÁBITO DEL SUEÑO
Para iniciar la
modificación de los hábitos del sueño es básico crear un ritual alrededor de la
acción de acostarse. Esta rutina debe ser un momento agradable que compartan
padres e hijo y debe tener una duración entre 5 y 10 minutos. Consistirá
básicamente en un intercambio emocional de tranquila información en relación al
grado de comprensión del niño, realizada en un lugar distinto de donde duerme
el niño, como cantar una suave melodía, contar una pequeña historia real, o
bien programar una actividad para el día siguiente. El niño deberá estar
informado continuamente del tiempo que le queda antes de que inicie su sueño.
Posteriormente, lo dejaremos en su habitación, en la cuna o cama y nos
despediremos de él. Es básico que el niño esté despierto cuando se salga de la
habitación. Hay que recordar que el niño aprende a dormir con aquello que los
adultos le dan y que en sus despertares fisiológicos durante la noche,
reclamará las circunstancias que él haya asociado con su sueño. Si el niño se
duerme solo, volverá a dormirse solo cuando se despierte por la noche, pero si
se ha dormido en brazos o bien "lo han dormido" meciéndolo, reclamara
los brazos o el mecimiento.
Si la rutina es correcta,
el niño esperará con alegría el momento de irse a la cama y encontrará fácil
separarse de los padres cuando se vayan de la habitación. Ver la televisión
antes de acostarse, aunque sea juntos no es una buena actividad, porque no
permite el intercambio personal. Leerle un cuento, o hacer cualquier otra
actividad tranquila es mucho más recomendable. Es bueno que tenga junto a él su
animalito de peluche, su juguete preferido o su almohada. Se sentirá más
acompañado cuando le dejen solo en la habitación y sobre todo descubrirá que
permanecen con él cuando se despierte por la noche. Es muy importante la
regularidad en la rutina nocturna para preparar al niño para el sueño.
Siempre hay que tener
presente que a un niño mal acostumbrado es muy difícil cambiarle los hábitos a
partir del año de edad. El niño en crecimiento es un ser al que se le deben
inculcar unos hábitos de sueño correctos, con tranquilidad y seguridad, para
evitar posteriormente la aparición de múltiples distorsiones patológicas
relacionadas con su sueño, que pueden dar lugar a divergencias y malestar entre
los padres y repercutir negativamente sobre la salud mental familiar. El llanto
repetitivo continuo de un niño durante la noche, con múltiples despertares, es
una de las "pesadillas" más duras de
soportar.
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